1 - Leemos y estudiamos la teoría

La novela regionalista

  • Se desarrolla en el primer tercio del siglo XX.
  • Sus características son:
    • Carácter realista (los hechos priman sobre el estilo y la forma).
    • Importancia de la naturaleza. La naturaleza es imponente, se resiste a ser dominada por la civilización.
    • Voluntad de reflejar los conflictos políticos y sociales, como por ejemplo la Revolución mexicana o la discriminación de los indígenas.
  • Se busca entender lo específicamente latinoamericano (frente al decadente mundo occidental finisecular). Latinoamérica se perfila como un territorio primigenio.
 
  • Encontramos cuatro vertientes:
    • La novela de la Revolución mexicana. En 1910, figuras como Pancho Villa o Emiliano Zapata lideran una revolución en contra del régimen de Porfirio Díaz, que estuvo vigente desde 1876. Buscaban reestructurar la sociedad. Destaca la novela:
      • Los de abajo (1915) de Mariano Azuela. En ella se narra la vida del campesino Demetrio Macías, que se convierte en guerrillero como solidaridad de los humillados, “los de abajo”. Se describe un contexto de barbarie y crueldad.
 
    • La novela indigenista, especialmente en los países de más población indígena (Ecuador, Perú, etc.). Se denuncia la marginación del indio. Destacan:
      • Raza de bronce (1919) del boliviano Alcides Arguedas. Narra la historia de un hacendado déspota.
      • El mundo es ancho y ajeno (1941) de Ciro Alegría, donde se describe la desintegración de la forma de vida de una comunidad de indios andinos. Estos se rebelan contra el hacendado Ávaro Amenábar (que quería despropiarlos de sus tierras), pero la sublevación es cruelmente reprimida.
      • Huasipungo (1934) de Jorge Icaza, donde se critica la explotación laboral de los indígenas.
 
    • La novela gauchesca, que tiene como protagonista al gaucho. Destaca la novela:
      • Don segundo sombra (1926) de Ricardo Güiraldes. En esta novela se encuentran también retazos de la novela picaresca y de la novela de aprendizaje (novela de formación que retrata la transición de la niñez a la vida adulta). Su protagonista, Fabio, es un niño huérfano que se une a don Segundo, un gaucho solitario y lacónico. Años después, Fabio narra su historia en primera persona relatando sus aprendizajes sobre la vida gauchesca, que forja su carácter resistente, recio y fatalista. Asimismo, el paisaje (la vasta pampa argentina) es descrito profusamente con un intenso lirismo.
 
    • La novela de la tierra. En este subgénero narrativo, la naturaleza se erige inmensa frente a la pequeñez del ser humano de una manera más significativa que en la novela regionalista. Destacan dos novelas:
      • Doña Bárbara (1929) del venezolano Rómulo Gallegos. Se trata de una novela de tesis donde se desarrolla el tema de la civilización frente a la barbarie a través de dos personajes antagónicos: Doña Bárbara, una déspota terrateniente del llano venezolano, que simboliza la naturaleza salvaje. En el territorio impera la brutalidad, la corrupción y la injusticia social; y Santos Luzardo, propietario que regresa a la llanura tras graduarse en la universidad. Así, representa la educación, en progreso y la libertad, frente al salvajismo y determinismo de la Venezuela rural.
      • La vorágine (1924) del colombiano José Eustasio Rivera. Tiene como protagonista a la selva tropical que resulta, en ocasiones, cruel. La obra se presenta como un manuscrito encontrado, en el que se relata la huida de Bogotá de Arturo Cova en primera persona. Arturo se adentra en la selva en búsqueda de su mujer Alicia, que ha sido raptada. En este periplo, conoce a diversos personajes, a cada cuál más desgraciado. Por ello, se define el viaje como una suerte de descenso dantesco a los infiernos, el cual termina con el reencuentro con su mujer y su hijo recién nacido, con quienes regresa sano y salvo.

 

Otros autores de comienzo de siglo

A pesar de que el realismo es la corriente estética predominante de este periodo, existen otros autores que se sitúan al margen de ella y que preconizan la llegada de una nueva narrativa que se desarrollará años más tarde. Destacan, entre muchos otros:

  • Horacio Quiroga. Fue un escritor uruguayo con una vida muy trágica y sufrida. Destaca, especialmente, Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), donde desarrolla los primeros vestigios de la narrativa fantástica.
  • Macedonio Fernández. Escritor argentino que tuvo gran influencia en Jorge Luis Borges. Su novela, de corte existencialista, marcó una fuerte tendencia especulativa dentro de la narrativa hispanoamericana. Destacan sunovelas ‘inconclusa’ Museo de la novela eterna (1967, publicación póstuma).
  • Roberto Arlt. Escritor argentino, cultivó varios géneros literarios. Sus preocupaciones giraron en torno a la cuestión social y existencialista. Predomina su díptico Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931).

La ruptura con el realismo

En los años 40’ y 50’ del siglo XX se produce una importante ruptura con la novela realista. Con tendencias más metafísicas y fantásticas, se cultiva en estos años el germen de lo que será el boom latinoamericano. Esta heterogénea corriente estética es cultivada por autores como el matrimonio de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares (con Viaje olvidado, 1937 o La invención de Morel, 1940, respectivamente), junto con los que veremos a continuación:

 

Jorge Luis Borges

La obra de Borges se sitúa dentro del canon de los grandes escritores de la historia literaria, por su profundo sincretismo y universalidad. Escribió poesía, ensayo, artículos y, muy especialmente, narrativa breve, entre la que destacan las antologías Ficciones (1944), El Aleph (1949) o El libro de Arena (1975). A lo largo de su obra, sobre todo en una segunda etapa, se pueden observar las siguientes características:

  • Antirrealismo. La mayoría de la narrativa de Borges se caracteriza por la presencia de elementos fantásticos, que se alejan de lo (pueden existir una raza de hombres inmortales (El inmortal) o un objeto que contiene todos los puntos del universo (El Aleph).
  • Antipsicologismo. Borges renuncia a profundizar en el carácter de los personajes, o bien podemos encontrar personajes hiperbólicos, como, por ejemplo, Ireneo Funes (Funes el memorioso), quien es capaz de recordar a todos los seres y todos los objetos que ha visto en su vida, pero es incapaz de abstraer ideas generales.
  • Reflexión metafísica. Se trata de una narrativa que presenta un carácter especulativo, con profundos ejercicios intelectuales en los que se tejen hipótesis sobre el tiempo, el lenguaje, el universo o el yo. Estas nociones se inspiran en múltiples lecturas filosóficas y textos religiosos de diversas tradiciones culturales. Uno de sus principales temas es el carácter ilusorio de la realidad y el tiempo como, por ejemplo, se puede observar Las ruinas circulares.
 

Procedimientos narrativos. Borges configura en sus obras un universo propio, donde se pueden rastrear algunos procedimientos recurrentes:

  • La presentación del relato como glosa, traducción, o resumen de otro texto (es decir, se desconfía del texto original).
  • El tema del doble, que después seguirá su tradición en Julio Cortázar.
  • Un amplio repertorio de símbolos como, por ejemplo, la biblioteca, el libro infinito, los espejos o los laberintos. Todos estos símbolos subrayan lo falible de la existencia, y la ilusión frente a la realidad.
 
 
 

Juan Rulfo

La producción literaria del mexicano Juan Rulfo está marcada por la continuidad y la ruptura de la tradición anterior. Su obra completa consta de dos obras: la recopilación de cuentos El llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955). Pedro Páramo ya rompe de manera definitiva con el paradigma existente, especialmente por su estructura y tratamiento del tema.

Estructura

Su estructura narrativa es completamente fragmentaria, pues la historia se presenta en un conjunto de 70 secuencias sin orden aparente. Todas ellas se suceden sin indicio tipográfico alguno, salvo un espacio en blanco entre ellas, que marca el cambio de voz narrativa. De este modo, se alternan dos voces narrativas que confunden espacios y tiempos, exigiendo la participación del lector.

La la voz en primera persona de Juan preciado, que llega a Comala e interroga sus habitantes, tratando de averiguar quién fue su padre, Pedro Páramo.

La voz en tercera persona refiere la vida de Pedro Páramo, un cacique violento y sin escrúpulos que tenía dos debilidades: su hijo Miguel (que muere al caerse de un caballo) y Susana San Juan (el amor de su vida)

 Otro personaje de gran relevancia es Dorotea, un espíritu con el que Juan Preciado comparte, una vez que se descubre que ha muerto, al igual que todas las personas del pueblo.

Configuración de un espacio imaginario

Asimismo, el lugar donde se desarrolla la acción, Comala, está configurada como un espacio imaginario o geografía mítica, al modo de Macondo, de Gabriel García Márquez, o Santa María, de Juan Carlos Onetti. En la obra por tanto, conviven tres visiones diferentes de Comala:

  • El paraíso perdido, evocado por la madre de Juan Preciado.
  • La Comala yerta y fantasmagórica, habitada por ánimas en pena, que aterrorizan con sus murmullos al protagonista, hasta que halla la muerte.
  • La Comala real, gobernada por Pedro Páramo, donde se sitúa el pasado de la historia. Es un lugar posrevolucionario de violencia e injusticia social.

Otros autores que forman parte de la ruptura con el realismo son Elena Garro y Alejo Carpentier. Elena Garro, autora mexicana y esposa de Octavio Paz, publica en 1963 Los recuerdos del porvenir, en los que donde narra la represión de los militares comandados por el general Rosas en la población mexicana de Ixtepec. Por otro lado, el cubano Alejo Carpentier escribe El reino de este mundo (1949), donde acuñó la denominación de lo “real maravilloso”, para referirse a la convivencia natural entre elementos mágicos y la vida cotidiana (que será una de las características de la narrativa del). Entre otras de sus obras destacan Los pasos perdidos (1953) y El siglo de las luces (1962), la cual tiene un estilo barroco.

A finales de los años cincuenta y durante la década de los sesenta, se produce una eclosión de la narrativa hispanoamericana conocida como el boom latinoamericano.

Aquí os dejo un interesante documental sobre este momento literario: https://www.youtube.com/watch?v=tcBIqP6qP8k

Los autores comprendidos en esta corriente estética comparten algunas características: 

  • La problemática existencial, la incomunicación, el desarraigo o la desazón metafísica de los protagonistas, como por ejemplo Horacio Oliveira en Rayuela (1963) de Julio Cortázar, o Juan Pablo Castel, en El túnel (1948), de Ernesto Sábato. A menudo, la indagación existencial se combina con la reflexión sobre la realidad sociopolítica, como, por ejemplo, en La región más transparente (1958) de Carlos Fuentes, en Sobre héroes y tumbas (1961) de Ernesto Sábato, o también, en Conversación en la catedral (1969) de Mario Vargas Llosa.
  • Predominio de la ambientación urbana, frente a la omnipresencia de la naturaleza de la narrativa anterior. La mayor parte de estas novelas se desarrollan en la ciudad de París y Buenos Aires (Rayuela), en La Habana o en Lima (La ciudad y los perros, de Vargas Llosa) o en México D.F. (La región más transparente).
  • Gran presencia de la figura del dictador. Dado que las dictaduras han sido una constante histórica de la realidad política hispanoamericana, numerosas novelas del boom retratan críticamente la figura del dictador, entre ellas El señor presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias, o El otoño del patriarca (1975) de Gabriel García Márquez
  • Aparición del “realismo mágico”. Resulta muy habitual encontrar elementos fantásticos legendarios o míticos dentro de la vida cotidiana de los personajes, que asumen lo portentoso con naturalidad. Los elementos irracionales propios de la literatura fantástica se insertan dentro del plano cotidiano, como ya preconizó Alejo Carpentier con lo “real maravilloso”. El máximo exponente de esta característica narrativa es Gabriel García Márquez.
  • Uso de técnicas narrativas de la novela experimental. La preocupación formal se traduce en la incorporación de nuevas estrategias narrativas, que ya venían desarrollándose en la literatura occidental de inicios del siglo XX bajo la influencia de autores como Joyce, Kafka, o Faulkner.

Algo muy importante a la hora de entender la entrada de aquellos autores que tuvieron relevancia en el boom, a diferencia de otros de menor calibre, fue el gran contacto entre las editoriales españolas (sobre todo Seix Barral), con esta literatura. Algunos de los autores viajaron o vivieron en París, centro cultural en la segunda mitad del siglo. Dentro de los grandes nombres de la narrativa del boom se encuentran:

 

Gabriel García Márquez

Escritor colombiano, fue autor de Cien años de soledad (1967), su obra magna, además de otras novelas, antologías de cuentos y reportajes de gran vocación periodística. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982.

Cien años de soledad narra la historia de varias generaciones de la familia Buendía, desde José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, quienes fundan Macondo, espacio imaginario donde se ambienta la acción en el relato. En la novela se describe cómo la llegada del progreso occidental trae una prosperidad económica y social a Macondo, lo que también provoca su destrucción (por medio de un inmenso diluvio que acaba definitivamente con la ciudad). Los rasgos principales de la novela son de Cien años de soledad y de algunos de otras de sus obras son:

  • El realismo mágico. Se insertan elementos inverosímiles o hiperbólicos. por ejemplo, cae una lluvia de cuatro años, once meses y dos días.
  • La concepción cíclica del tiempo, que se acentúa especialmente en la reiteración de los nombres propios de los protagonistas. Los hijos varones de Arcadio y Úrsula se llaman José Arcadio y Aureliano, nombres que se repiten en futuras generaciones, hasta el bebé Aureliano, con el que se cumplen la profecía del gitano Melquíades: el nacimiento de un descendiente de los Buendía con cola de cerdo. En el fondo, toda la historia es un trasunto de las leyes de la causa y el efecto, o las consecuencias de una relación antinatural.
  • El sustrato mítico, dado que la salida de José Arcadio y Úrsula de su tierra natal para fundar Macondo remite al éxodo judío, del mismo modo que la lluvia que acaba con la ciudad al final de la novela también tiene un trasfondo bíblico, concretamente en el Diluvio bíblico. De este modo, la novela se puede entender como expresión no solo de la realidad hispanoamericana, sino también de la condición humana.
 

Mario Vargas Llosa

El autor peruano Mario Vargas Llosa tiene como principales novelas La ciudad y los perros (1963) y Conversación en la catedral (1969). En la primera de ellas se ofrece una crítica feroz a la sociedad peruana de su tiempo, en la que imperan el machismo, los prejuicios raciales y de clase. En la segunda, Santiago Zavala, hijo de una familia burguesa y conservadora, tras pasar por la Universidad, rompe ideológicamente con las ideas del mundo al que pertenecía. Tiene gran relevancia el bar de La Catedral, espacio simbólico donde su protagonista se plantea reflexiones en torno a lo político y social, en paralelo con su propia vida autobiográfica.

Otros temas importantes en obras posteriores serán la desmitificación de la utopía revolucionaria, la trama sentimental y erótica, la novela del dictador, o el relato policíaco.

 

Julio Cortázar

El argentino Julio Cortázar escribió diversas colecciones de cuentos, así como la novela Rayuela (1963), una de las obras esenciales del boom. Los cuentos de Cortázar acusan la influencia de Jorge Luis Borges, y se caracterizan, sobre todo, por la presencia de elementos fantásticos y de un contexto aparentemente realista. Algunas de sus antologías de cuentos son Bestiario (1951), Final del juego (1956) o Las armas secretas (1959). El tipo de historias que encontramos en su narrativa anuncian, por ejemplo, a un hombre que lee tranquilamente en su casa de campo y termina siendo asesinado por el personaje de la novela que está leyendo (“Continuidad de los parques”) o a dos hermanos que son expulsados de su vieja casa por fuerzas invisibles (“Casa tomada”).

 Rayuela

Rayuela es una de las obras más experimentales del boom, no por su temática, sino por su estructura. En las primeras páginas el autor plantea un juego literario en el que se dan a elegir dos formas de lectura: una lectura que respeta el orden secuencial de la narración, y una lectura salteada y fragmentaria, en la que la historia no se lee de forma cronológica, sino que se alterna con diversas reflexiones de varios personajes. De esta manera, podemos encontrar una estructura tripartita:

  • Primera parte (“Del lado de allá”), donde se narra la estancia en París del argentino Horacio Oliveira. Allí convive con la Maga, una joven uruguaya, con la que mantiene una difícil relación, y sus amigos del club, un grupo de intelectuales con el que intercambian reflexiones literarias.
  • Segunda parte (“Del lado de acá”), donde el protagonista regresa a Buenos Aires. Sus interlocutores son ahora su amigo Traveler y su esposa Talita, con quienes mantiene conversaciones en las que se evidencia el mismo desconcierto e insatisfacción vital de la primera parte.
  • Tercera parte (“De otros lados”). El autor considera esta es la parte prescindible, e que incluye diversas reflexiones metalingüísticas e intelectuales, en boca de diversos personajes secundarios.

El título hace referencia a la consideración de la novela como un juego, donde el lector debe participar activamente, así como a la búsqueda existencial de Oliveira, que aspira en vano a una plenitud encarnada metafóricamente en la casilla final el Cielo.

Otros aspectos reseñables de la novela que responden a ese afán de experimentación son, por ejemplo, la invención de un idioma privado entre Horacio y la Maga (el glíglico), o la reflexión metaliteraria continua acompañada de una gran intertextualidad (clara influencia borgiana).

 

Juan Carlos Onetti

El uruguayo Juan Carlos (Premio Cervantes en 1980) configuró otro de los espacios míticos de la narrativa del boom, Santa María, ciudad fluvial habitada por personajes solitarios y desesperanzados. Tanto la narrativa como la personalidad de Onetti se caracterizan por un profundo hastío existencialista. Algunas de sus novelas más importantes son La vida breve (1950), en la que el protagonista escribe un guion de cine sobre la ciudad imaginaria de Santa María, y El astillero (1961), donde Larsen, tras ser desterrado de Santa María, llega a Puerto Astillero para regentar una fantasmal constructora de barcos (metáfora de un mundo en decadencia). Tras fracasar en su empresa, el protagonista muere de pulmonía, lo que refleja la banalidad de la existencia. Como otros personajes, Larsen está marcado por un pasado difuso, pues en otra novela se refleja cómo le expulsaron de Santa María por fundar un burdel.

Onetti, además, destaca por algunos de sus cuentos, en los que se presencia una gran sensorialidad descriptiva, como en “El infierno tan temido”.

 

Neobarroco

Otros autores que resaltan en este período, pero que no entran dentro de la narrativa del boom, son los autores del neobarroco. La estética neobarroca se caracteriza por un deslumbrante despliegue verbal, que preconiza la miscelánea y el pastiche de la Posmodernidad.

Resaltan especialmente los cubanos José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante. Lezama Lima, que fue principalmente poeta, escribe la novela Paradiso (1966), en la cual se narra la entrada de un joven hacia la vida adulta, con el conflicto de su homosexualidad (rasgo autobiográfico del escritor). Por otro lado, Guillermo Cabrera Infante retrata el universo nocturno de La Habana de los años 50 en Tres tristes tigres (1965). En esta novela, combina diferentes voces narrativas y diferentes formatos narrativos, como páginas en blanco páginas, en negro, listados, etcétera. Del resto de su producción destaca La Habana para un infante difunto (1979), novela autobiográfica que se puede vincular con la literatura del yo posterior al boom.

Narrativa posterior al boom

La narrativa hispanoamericana posterior al boom presenta una gran diversidad de tendencias y estilos característicos de la Posmodernidad. Las principales orientaciones que encontramos dentro de esta estética son:

  • La fusión de géneros

Del mismo modo que empieza a ocurrir en Europa, la narrativa hispanoamericana se sitúa en la frontera entre la ficción, la autobiografía, el ensayo, el libro del viaje o el reportaje. Un ejemplo de ello lo encontramos en el mexicano Sergio Pitol (Premio Cervantes en 2005) y su Trilogía de la memoria (El arte de la fuga,1996; El viaje, 2000; El mago de Viena, 2005). En esta serie de libros se combinan entradas de un diario, la evocación de las ciudades por las que ha viajado el autor, análisis de libros, y todo tipo de documentos de carácter personal.

También es muy relevante la continua reflexión metaliteraria, que tendrá su auge con Roberto Bolaño.

Dentro de este grupo se incluye la novela testimonio: la indagación en hechos o personajes reales reconstruidos e interpretados subjetivamente, en un ejemplo de hibridación entre periodismo, historiografía y literatura. Esta tendencia tiene como precedente la novela A sangre fría, del norteamericano Truman Capote. Así, las novelas testimoniales de la mexicana Elena Poniatowska (Premio Cervantes en 2013), con La noche de Tlaletolco (1971), que narra la matanza de la plaza de las Tres Culturas de 1968 o Nada, nadie: las voces del temblor (1988), que aluden al terremoto que asoló México D.F. en 1985.

La novela testimonio responde a una intención crítica o la voluntad de dar voz a aquellos que se encuentran en la situación de marginalidad, saliendo así del exuberante relato de la narrativa del boom.

 

  • La literatura del yo

En las últimas décadas se produce una eclosión de la literatura del yo en diferentes manifestaciones: la autobiografía, con el colombiano Fernando Vallejo y El río del tiempo (1985/1993); el diario con el argentino Ricardo Piglia y Emilio Renzi (2015) o el uruguayo Mario Levrero y La novela luminosa (2005); o la autoficción, representada especialmente por el argentino César Aira en Cómo me hice monja (1993).

En este grupo destacan los autores: el cubano Reynaldo Arenas con Antes que anochezca (1992), donde se narra el hostigamiento que sufrió el autor por parte de las autoridades cubanas a causa de su homosexualidad; el chileno Jorge Edwards, con Persona non grata (1973), primera obra en la que se denuncia el régimen de Fidel Castro; la colombiana Piedad Bonett con Lo que no tiene nombre (2013), donde aborda la muerte de su hijo; o la mexicana Cristina Rivera Garza con El increíble verano de Liliana (2021) donde habla de la muerte de su hermana asesinada por su pareja.

 

  • La novela intimista

En algunos autores se aprecia el regreso a los sentimental, a lo íntimo y lo cotidiano, frente a la reacción grandilocuente narrativa del mundo del boom. Destaca el chileno Antonio Skármeta, con El cartero de Neruda, donde se cuenta la iniciación al amor; o el peruano Alfredo Bryce Echenique con Un mundo para Julius (1970).

 

  • La novela posmoderna

A pesar de que toda narrativa posterior al boom puede considerarse posmoderna, hay una serie de obras que recibe específicamente esta denominación por las siguientes características o tendencias:

  1. Obras que incorporan elementos de la cultura popular como el bolero, el tango, o la canción popular. Entre ellas encontramos la Guaracha del Macho Camacho (1976) del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, o Boquitas pintadas (1969) del argentino Manuel Puig, donde se incluyen el folletín y la novela rosa. Estas obras juegan a propósito con ser novelas de serie B.
  2. Obras que indagan la identidades marginales, reprimidas o silenciadas. Por ejemplo, se aborda la homosexualidad en El beso de la mujer araña (1976) de Manuel Puig, o en La virgen de los sicarios 1994 de Fernando Vallejo.
  3. Asimismo, también podemos encontrar novela de corte ecologista, que tiene como intención concienciar al lector sobre el respeto y protección del medio ambiente. Entre ellas destaca El viejo que leía novelas de amor (1989) del chileno Luis Sepúlveda. Esta tendencia tendrá su continuación de manera muy profusa en el siglo XXI.

 

 

  • La novela policíaca

La narración policíaca, especialmente la novela negra, tiene antecedentes estadounidenses. Se produce un auge de esta estética en Hispanoamérica, en general, de las convenciones del relato policial, dado que sirven para reflejar críticamente las lacras de la sociedad urbana contemporánea (la corrupción, la marginalidad, etc.). Destacan especialmente el cubano Leonardo Padura, o el mexicano Paco Ignacio Taibo II.

En otras ocasiones podemos encontrar la incorporación de la parodia dentro de la novela policíaca, o incluso la reflexión metaliteraria, como, por ejemplo en Respiración artificial (1980) de Ricardo Piglia o  en Los detectives salvajes (1998) de Roberto Bolaño.

 

  • La novela de contenido político social

Como consecuencia de las cruentas dictaduras que se establecieron en los países del Cono Sur (Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay) en los años 70 y 80, resultan muy variadas manifestaciones literarias que se erigen como resistencia, o bien que evocan la nostalgia, la frustración, el tema del exilio, además de la reflexión política. Entre ellas vamos a encontrar numerosas manifestaciones, como pueden ser el teatro de la argentina Griselda Gambaro (Decir sí). Dentro de la narrativa encontramos Los convidados de piedra (1978) de Jorge Edwards, Cuarteles de invierno (1980) del ríoplatense Oswaldo Soriano, o Primavera con una esquina rota (1982) del uruguayo Mario Benedetti. Hoy día se siguen produciendo novelas que retoman la memoria histórica, como Facsímil (2022) de Alejandro Zambra.

Dos novelas que merecen especial mención dentro de la narrativa del postboom son El limonero real (1974) del argentino Juan José Sáez y La casa de los espíritus (1993) de Isabel Allende, bestseller de la literatura hispanoamericana, que sigue el estilo barroco de Gabriel García Márquez.

 

 

Roberto Bolaño

El chileno Roberto Bolaño, es autor de las dos novelas más influyentes de la reciente narrativa hispanoamericana: Los detectives salvajes y 2666. La vida de Bolaño se erige como una suerte de ficción, y él, como un personaje de sus propias novelas, siendo un fenómeno literario y social de gran relevancia cultural.

 

 Los detectives salvajes (1998)

Los detectives salvajes aborda la reflexión metaliteraria por medio de la estructura de la novela policial. Su estructura consta de tres partes:

1º “Mexicanos perdidos en México”. Escrita en forma de diario y ambientada en México D.F., constituye un relato de aprendizaje en el que se narra la iniciación a la juventud, el sexo y la literatura de Juan García Madero, cuya vida cambia cuando entra en contacto con un grupo de poetas -los real visiceralistas- liderado por Arturo Belano y Ulises Lima. Este movimiento de justicieros poéticos representan el idealismo de vivir por la literatura. Ambos personajes van a aparecer en otras narraciones de Bolaño.

2º “Los detectives salvajes”. Narra las vivencias de Belano y Lima a través de los diferentes testimonios de sus conocidos.

3º “Los desiertos de Sonora”, donde se retoma el hilo argumental de la primera parte y se describe el viaje al desierto de Sonora de García Madero, en busca de una poeta perdida, Cesárea Tinajero, poeta vanguardista de los años 20 cuyo paradero nadie conoce. El reencuentro con ella supone una total desilusión poética.

 

2666 (2004)

En esta novela publicada póstumamente (2004) se ubican cinco novelas interrelacionadas como conjunto. Sus partes se configuran de la siguiente manera:

 Primera parte. Se cuenta la historia de cuatro críticos literarios Morini, Espinoza, Pelletier y Liz Norton. Unidos por su admiración hacia Benno von Archimboldi, un misterioso escritor alemán, siguen la pista de este escritor hasta Santa Teresa. Como veis, el trasunto de la búsqueda del escritor perdido es una constante literaria en Roberto Bolaño.

 Segunda, tercera y cuarta parte. Se desarrolla la acción en Santa Teresa, donde han sido asesinadas más de cien mujeres, cuyas historias se narran minuciosamente en un informe policial.

Finalmente, la quinta parte narra la vida de Archimboldi, que también ha viajado a Santa Teresa. Su hermana se encuentra allí porque su hijo Hans que está detenido es el principal sospechoso de los asesinatos. La novela termina sin que se cierre ninguno de los hilos argumentales abiertos.

Técnicas narrativas

Las principales técnicas narrativas de Roberto Bolaño se centran en tres principales características que se encuentran también en su novela breve (Nocturno de Chile o Estrella distante):

  • Estructura detectivesca. El eje de la acción es una investigación en la que los escritores o críticos obsesionados por la literatura pretenden hallar a un escritor misterioso o desaparecido. La trama se ramifica en múltiples narraciones y personajes secundarios, de manera que la realidad se revela inaprehensible y no es posible reconstruir los hechos, que siempre quedan ocultos e irrecuperables, bajo capas sucesivas de relatos.
  • El desierto y el viaje como motivos recurrentes. Ambos sugieren la soledad el desarraigo y la permanente búsqueda de la identidad de los personajes.
  • La violencia como eje de la historia del siglo XX. Bolaño recrea episodios como la matanza de jóvenes universitarios en 1968 en Amuleto o la dictadura de Pinochet en Nocturno de Chile o Estrella distante.